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Cuando una mañana vi -aca en Elche- a una chica comiendo una banana por la calle pensé:
Qué huevos que tiene esta mina!Meses mas tarde, un día que me levanté con el tiempo justo y no alcanzaba a desayunar, agarré una banana para comer en el camino, pero la llevé escondida en el bolso e iba sacando pedacitos y metiéndomelos disimuladamente en la boca sin que nadie sospechara qué comía.
A los pocos días reincidí y esta vez me animé a mostrar la banana, aunque volví a repetir el proceso de ir cortando trocitos con la mano.
Viendo que la ingesta de banana en público no conllevaba miradas lascivas ni palabras sexuales hacia mi persona, las veces siguientes decidí comerla normal -mordiendo directamente el fálico fruto-, y efectivamente no pasó nada.
Incluso creo que podría habérmela frotado por el cuerpo, chuparla, o metérmela entera en la boca poniendo cara de actriz porno de cadena autonómica sin que esto significara ningún riesgo para mi.
En Argentina en cambio, comer una banana en público implica -como mínimo- que te violen entre 8, te maten y te vuelvan a violar antes de tirarte en una zanja.
La foto se la robé a Otomano, pero la sacó The mofo