viernes, febrero 24

Árboles


Hasta los siete años sufrí problemas respiratorios, algo similar al asma sin llegar a serlo.
Hasta esa edad habíamos vivido en un PH (una mezcla de casa y departamento) en Saavedra y nos mudamos a un barrio que estaban construyendo frente a un campo del INTA, en el Gran Buenos Aires.

Y asi fue como con Detector pasamos de jugar en un patio de cemento de 2x2 a disponer del INTA para todos nuestros juegos, junto con todos los chicos del barrio (Que eramos un montón).
Ahi montabamos barriletes/cometas, andábamos en bicicleta, jugabamos a la escondida entre los sembradíos de trigo o atravesando el campo haciendo cuerpo a tierra.
Y ademas me convertí en una mezcla de marimacho con mono, que estaba todo el día subida arriba de los árboles.

Y entre todas las cosas buenas que me dió aquella plaza gigante, me curé. No se si fue la libertad (creo que el asma, igual que todas las enfermedades tienen mucho de psicosomáticas) o el aire puro aromatizado por gigantescos árboles de eucaliptus.

Por eso fue tan triste el día que parte de aquel campo se urbanizó y llegaron unas palas mecánicas gigantes a arrancar los árboles. Nunca me voy a olvidar del ruido que hacían las raíces al partirse. Es muy loco lo que voy a decir y puede sonar a un intento barato de hacerme la poeta, pero sonaban como si fueran gritos desgarradores.

Por eso el miércoles cuando doblé por la Avenida Diagonal, donde estaban arrancando los arboles viejos, para poner nuevos y sentí el ruido de las raíces rompiendose, decidí cambiar de recorrido.

2 comentarios:

Negra Murguera dijo...

Me parece que LA CAMIONETA fue mas de tu época que de la mía, o es que vos te pasabas muchas mas horas ahí adentro, porque a mi no me traumó tanto. De hecho ni me acordaba de su existencia.

Las fotos hubieran estado muy bien para este post, lástima que estan en Baires...

Anónimo dijo...

Yo quiero la historia de la camioneta.